En Japón cada alumno practica el arte del origami: un simple trozo de papel se puede transformar ante nuestros ojos en una rana o en una flor de Lotus. No hay ninguna necesidad de recortar o hacer collages. Todo reside en el arte del plegado. Más allá del aprendizaje básico, este saber ancestral evolucionó de manera espectacular estos últimos 20 años. Hoy en día, el arte del origami afecta a todos los aspectos de nuestra sociedad.
Al principio el origami era una simple diversión para los matemáticos e ingenieros de informática, pero pronto esta práctica se convirtió en una producción prototípica sofisticada. Estos fanáticos del origami se dieron cuenta que cualquier objeto en 3 dimensiones podía ser recreado con el plegado a condición de que la hoja de base sea suficientemente grande.
Luego los biólogos se interesaron por el desarrollo de esta práctica, y se plantearon la cuestión de saber si el origami podía ser un modo de reproducción de la naturaleza. En efecto, cada materia que se desarrolla y evoluciona en la naturaleza está plegada: las montañas, las plantas, el cerebro humano… La vida misma es una serie infinita de plegados y despliegues. Se trata en realidad del proceso natural más económico y eficaz que existe.
Ahora, los investigadores en robótica, medicina, biología, nanotecnología, se adueñan de la “filosofía origami”. Observan de qué manera los diversos materiales y moléculas se pliegan y se curvan, mejorando así las técnicas del origami y tratando de comprehender y recrear los principios naturales universales del plegado.
Un mundo de pliegues explora la maestría y el desciframiento de esta nueva dimensión de la realidad. La película relata el recorrido de este arte ancestral y de su entrada en la tecnología de punta. Quien sabe, puede que en el origami resida el futuro de la biónica…